Si tal adiós sin comienzo no acabase

De Amereida
Si tal adiós sin comienzo no acabase

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TipoPoema
EdiciónCiudad Abierta
CiudadValparaíso
Fecha21 noviembre 1984
Notascxcc

p. 1

Si tal adiós sin comienzo no acabase



p. 2

de aro inconcluso, aterido, el agua altiva
no juraras
                   ( veías la sombra entrar al auriga
                                el amago
                                       en este llanto del hilo )

las claves
retienes
entresacados jardines
que vana vereda
diseñe el cielo
la rima que inclina la cabeza
sobre su propio eco
¿fuera posible la divina dispersión
su son,
el traje agudo?

casi en el yerro
sin aparición
sin desaparición
de bar
una resistencia dominical
antes del número


( la vizgula de oro – ninguna hoja va de [comunes], la aten-
  ción que acicala
o rala lámpara
  los nombres acidulados en la azulosa palangana
  id, id, id
de sentido )



p. 3

si este
una altura vaga
pálido histrión
al canto sexual
de las aristas
En propio fin de asa
la nueva cabeza
nuda
esboza la sal
cuanto
la música
cede a sí misma
la impropiedad
del son

no amaron el arrojo
cuya temprana luz
en el caudal la flor
inadmisible. El sexto.

La evidencia separada
condenado a fronda
por los delicados errores
mas únicas
tu bajío
[de teme] indevolución
vuestro
vuestro andrajo enamorado
(sí, todo cuerpo ulterior a sí mismo, sin postura
ni sentido – amigo mío)
Una lúcida condescendencia
¿o ser atraída?



p. 4

[de] hazte las
otra consuena, arredra
pues solo aquello embreña
la [sadiculación] silenciosa
antes del jardín
crimen a crimen

con que dar
el lago
de todo cuanto
pasa en la nota
–el reposo insisten
a sucesión de yemas
impalpable, aurífero
o [mudo] []

de giza vegetal
rauda en la ternura nativa
o mis fragmentos
de pasión
cuan reanudar sin creces
las rodillas
el ruedo
el coloquio gregoriano de estas islas,
la herida rota
que guarda
–¿sabe?–
y de caricia
en caricia
sus piedras se turnan
(Tal memoria deshace el poema donde la propia
palabra se cancela)



p. 5

Sólo la alaba
no exige lineal
así Florencia muere
en brazos distantes
si ello, precisa, en las barajas
cede su pelo al supuesto,
pero ningún viento tomó los indicios
ya que al ripio
por [asendereada] paz
sin destruir la antelación
no dobla el rostro
en sus orillas–

las alturas bárbaras
de [otro] perdón

o de brazas
ni acepciones
en la condescendencia estival
de las rémoras

vaga insinuación de orantes
la página tibia
entre sus dedos
tus últimas gargantas
conclusas



p. 6

si tras y moduladas domínicas
dimitidas pérdidas
al amago de danzas
empapaba
la tentativa del [árbol]
bajo el durable pudor
ni inmerso
ni desaparecido siendo

(cuando apartó su toga verde y negra, sentado
y el índice excusa la sonrisa)

la hora baja
sobre su purpúrea teoría
la rosa ajena al día
la muerte entre ambos hombros

No cesan de amar
el secreto inaccesible
de tu cuerpo
en el [vaestro]
dudan arenosas medias
ante el recato del río
impropio
ante tal acto
[irisado], terminal

en los pámpanos
[caza] la exactitud
inhabilitada
[di]:–



p. 7

que
de numerosa o fácil
sin rostro
domestica esta luz
su indeleble conversación
sus [números]
sin nostalgia
herías
a playa seca, feroz, descubierta

Tal vacilación
apresa
su escandido

–rehuye el cáliz
la trama
vuestro matutino pescador
ciego
que sólo el saludo niebla
la pura invención
de la muerte–

(“podríamos recomenzar” tal vez no es una frase
estúpida)

Ni inicial
el [inhilable] rigor
su otoño terso
los lúcidos
supuso que



p. 8

–la posada del ala en la durmiente
al fino perfil plural
desvía las aguas
en la espalda voluptuosa
del silencio
cuales o haz
del sol lejano ya lejano
que despoja las falanges
concisas elegancias
entornadas en la virtud y escarda
del umbral

(es imposible escribir una carta)

el lento parecido del garbo
su incienso oculto en las lianas
la indicada
a [puesto] azul, ácido
del vil



p. 9

la voz conmueve la cocina distante
del vislumbre
su [otra] clásica
en el pudor
de un cuervo a su acecho

impostura
del retorno
bajo lid
oh sistros y [nubes]
[arrástralos]
los sensuales reposos del señuelo
ante el desliz
pues inciertos cargueros
ya sin día ni noche
en la súbita, vacua, por biseles
pues nunca, nunca hubo sexos
encanto
aquellas deidades del sollozo
en el tormento del río
su inedia de razas
en el peso
de la noria obscena



p. 10

[pasases] [justa] al roce
las gentiles incomprensiones
de cielos
vernales
y cabizbajos fumadores
de oro
–otro bail majestad
da el adiós–
velaban razones
a grandes escalinatas
músicas, silbidos
con la delicadeza impropia
de seducción
desde el afín silencio
al buque indócil
–mercedes, mercedes oportunas–
al dispendio (q)
bajo él
y reyes ocultos
inocuos ingenios
que asesta el idioma
el último hato
la decapitada forastera



p. 11

en el [abra]
perdida
a la sal
hasta las sucias rodillas
sutiles deslindes
del horror

no tocan
idea alguna
en la imposible grada
–templo, hotel o cadalso–
que nos encierre
en la serena estulticie de la estación

Erecta
en las lentas rolandas
urge otro sesgo
los follajes
(sublimes)
al inaudible alarde

– oh jueces –
de la llanura innecesaria,
su cesión.




p. 12

arguye
la [irrosoria] latitud
y la vergüenza, el canto y el estupro
seco de la aurora.
Otra variedad para el granero.

Y sin embargo ellas querían
decirme algo

(amor
el puro adiós no comienza ni concluye)

Ninguna construcción alcanza
el ciervo desaparecido.

Raso pan de puerta
las sábanas ofendidas al paso
incitan la ecuación,
Tu cancel
el suicidio gentil
en las restas
del juglar

Tus cuerpos inmemorables
deshojados en el mío
sin [elevar]
las platas del párpado



p. 13

Esta perdida lealtad del velamen
la beldad alzada
entre silentes
y vasallos alejados
sin amainar la ladera

Sólo su vergüenza consuela mi piel
el desprendimiento virtual
entre la mirada y el cinto
cuasi fortuna
de asesino
y bastardos
arbustos florales
donde susurran
el ínsito vocablo
que nunca entre madres
fuese encendido

Faros o indicios
las crujías altivas
su soledad excedente
pues
otro húmedo caudal
desiste del leño
[ni] tributa al viento
sus párpados cansados
entre el monte y la inmune partición
de la batalla.



p. 14

[En tanto] el mar
reúne el equívoco
la rueda alfabética
tu derogada antelación
los deslices
del [butero] en las ferias
la ceguera sensual de los intentos.

(pero ya nunca empezar
nunca seguir
nunca llegar
he allí el [] de la frase”)

preso en la parcialidad
de las rúbricas

Inclinables
–números ocultos
que nunca llegaron a la cifra–
pequeñas
junto al alto aromo
que el reto
asume sereno
la ruina solas del río
entre sus senos



p. 15

[]
–pero versiones
y ufanas
al fuego longánimo

la letanía
de las doradas malezas
cuyo fondo
bala en los gestos
en el soslayo
piadoso del grito
sobre los nombre[s]
del bebedor cruel y manco.

El aceite cala
una espesura de silencio sobre la mesa
Con argüida belleza
acallan el patio
de incontable cesura
el rápido paso a escudillas
las pu[n]tas ponientes del cincel
mas hubiese
que al
distantes cortesías del viento
–plácidas velas
breves giros [trinan]
su guiño eriazo
de cera a cera
ríe



p. 16

la vida modular a [su] posada planta
de aventurada clareza
deleita el rigor a bordes
enhiesta
reiniciara la []ela su rubor

Aligerados
irse aún
echa de mano
del aire ante
libre del dios
hasta
la brasa virgen del rescoldo.
Y del artero
apenas dispares
los presos melódicos

Desuso
al rayo de veranda
el torso
en la venia
la cuádruple constancia
de otro suelo
su hilada pereza
en el perdón
las manos esquivas
al desastre del color.
Asiduas.



p. 17

Si posarse [l]e implica
o la paz
faltase al náufrago del sueño
por [n]exos fugitivos
en
la absoluta intimidad del cero

Dista,
inimitables pasean
en terracotta empalidecidas
bajo mares
inmediatez
junto a la herida
que amaron las sargas
del manojo
ahora que [] callan
a [tu] disímil fórmula
el vigor
sobre cuanto
no existiese.

Enlazabas sobre setos
adyacentes,
candeles,
la cálida lentitud
de labio a idea en los abetos



p. 18

De caso
rehusada
el pasto ciega
la balsa

Entornada tal
al contacto
la híbrida hendidura
a gozosas
e infieles laderas
pasibles
la disuelta represalia
en el vano
demás

Sancionadas
legibles aguas
en los bustos
su incidencia morada
roto el arroyo del alba
en su pie
la indefección
del talante
su veda lineal.



p. 19

De calculado estuario
el destiempo de las jóvenes
en la atrevida magnitud
de las tumbas
y la fascinación de hilo

hasta la súbita ascensión del canturreo
por uno o por otro adiós
sobre arbustos impíos
en el deshecho
cuya cierne
la voluta
tal tímida anuencia
que sube al pulso
inadvertido
el caso del dios
donde
atraen inflexiones
los melódicos desiertos
del alba
acaso alzada afín
rústica
y ved en ti
[La]ustrales



p. 20

         quien voca [que invoca]
idonea red
sus demoradas alfombras
hasta el mar
               cuyas rosas
                                desdobla
     y desanda
                    el cálido método
                                                de res
ya nunca antigua

           ( o tan lejos de mi propio cuerpo
              prematura se inclina
              para que alcance su propio estatua
              casi sus ecos
              el impasible…



p. 21

Durante todas las últimas noches de la prolongada
despedida. Ciudad Abierta. Agosto 13, Junio 84.