Viaje a Ciudad Abierta
Viajo a Ciudad Abierta ... el paisaje me prepara con su variedad de vistas de cerros, de océano, bosques, para lo que vendrá: libertad de dunas, libertad de playas, de vegetación, de aire transparente, de horizonte enorme.
No es mi primer viaje y sin embargo pareciera. La estación ha cambiado. Ya no llueve como en el invierno de 1978. Ahora una atmósfera seca y fresca se deja atravesar por los últimos rayos del sol de la noche. Miro el reloj y consulto la hora. Por ese hábito internalizado que tenemos de controlar nuestros horarios antes de decidir nuestros pasos. Vuelvo a mirar y compruebo que corresponde a la noche de mi país. Son las 9 y 30 y me resisto a llamarla noche. El día también se ha tomado sus libertades... Pero llegué temprano, para un almuerzo de frutos crudos y cocidos exquisitos, “buen vino”, como diría un juglar que compusiera sus versos con aquéllos que lo miran y lo hablan. Ocho familias completas viven allí y son visitadas diariamente por alumnos y profesores de arquitectura de Viña. La tarea con la participación de todos, tampoco aquí se detiene, y hay visitantes ocasionales, de los que como yo, se quedan por varios días. Las hospederías parecen siempre dispuestas a recibir al amigo que desee permanecer en ellas junto al mar. Su coherencia constructiva es síntesis –y análisis poético– del paisaje interno y externo, de lo privado y lo público, de la poesía y de la naturaleza. Trescientas hectáreas y 25 km de costa las sostienen. Otras construcciones van paulatinamente completando el paisaje -El palacio del Alba y del Ocaso y el Patio de agua– junto con los ya existentes: sala de conciertos, capilla, cementerio, arte integrado a la pintura para un friso, a la escultura para ser transitada, al diseño para ser vivido todo como una rica y única integridad arquitectónica. Apenas está cerca Ritoque, a veces acuden a ese nombre. El verdadero es casi sagrado, tal vez por su origen y uso ...
Durante el almuerzo quedo ensimismada en el relato de Alberto Cruz. Sus palabras son provocadas por mí. He deseado mucho conocerlo mejor y ahora es mi vecino y me conversa. Yo anoto.
Cuando he pasado el texto en limpio y se lo he leído, ha dicho no, prefiero un texto suyo con sus sorpresas y opiniones, con su espontaneidad, nada de discursos técnicos sobre nuestras prácticas arquitectónicas. Diga usted misma lo que le ha parecido. Más fácil hubiera sido escribir la entrevista –balbuceo–, pero me convenzo sin pena, hay material para decir. He oído y visto muchas cosas. De todas maneras mi nota no alcanzará a definir ese vínculo entre un terreno encontrado y un terreno producido. Nada se puede acercar a la experiencia de lo vivido. Recuerdo algunas de sus frases: "pensamos y actuamos mucho en común desde 1950, fecha en que nos constituimos como grupo".
Cuántos aprendizajes habrá habido desde 1952 cuando se trasladaron de Santiago a Viña del Mar en sus cátedras de la Escuela de Arquitectura, con su frecuente permanecer juntos ... Tal vez aquello que se insinuó en las palabras de Godofredo lommi, reveladoras del secreto que se des-cubre en la palabra poética (oral, escrita, arquitectónica, escultórica, pictórica, musical), en con-sonar con la armonía cósmica que manifiesta la obra. Y pronunciando a Edgar Allan Poe: "La poesía es perfecta y no tiene otro fin que el de describir el vuelo de la mariposa.