Diferencia entre revisiones de «Amereida en Barcelona»

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Revisión actual del 16:34 8 jun 2018

Amereida en Barcelona
Amereida bc web.png
Tipo
EdiciónTaller de Investigaciones Gráficas, Escuela de Arquitectura UCV
CiudadViña del Mar
Fecha31 octubre 1996


Primer paso

¿y no entregó el viento en torno al primer barco

su saludo más vasto

su inconsolable inocencia

sobre las pampas

y la dulzura de otro mar blanco inexistente

cuya sorpresa guarda la mirada

cuando la tierra púdica se entrega?

¿y nuestras raíces?

nuestra raíz

no está preñada de su hoyo

- nuestro apoyo

está en los aires

vasto

como la residencia de los pájaros

así lo desconocido se hace en la pupila

y la historia

queda a merced del consentimiento

como un salto

Amereida, fragmentos de las páginas 5 y 46.

Uno
Al hallazgo
predicho en la pupila
fija en las noches
y en el sur anonadada.


Se trata: El paso del cumplimiento de América en cuanto al Rey y su evolución hasta hoy; al cumplimiento de la palabra poética. En este momento cual saludo. Mañana: cual residencia de los pájaros.

1. Proponemos iniciar la presentación de la Ciudad Abierta desde el modo como entendemos los “Terrains Vagues”. Para ello reparamos en la historia de América como continentes. En el período de colonia española, el rey vendría a darle término a las obras de los súbditos. A darle su cumplimiento. América es un continente de cumplimiento. Este se llevó a través de las ciudades. Ellas cuando llegaban a su cumplimiento engendraban otra. En el período de la república las ciudades se expanden. Conforme a una orientación que acoge el que la ciudad llegue a cumplirse más profundamente.

Nos decimos que lo que importa para esta presentación: es que el continente se dio a través de las ciudades. Y éstas fueron primero concéntricas y luego excéntricas. Y que en lo excéntrico el sudamericano, el chileno, palpa el cumplirse. Por eso anotamos:
Franja de reserva para la venida del Rey.
Santiago. Capital de Chile, concéntrica.
Santiago. Capital de Chile, excéntrica.

De la franja del rey en la América aún cuadrada y de sus ciudades con la manzana del cumplimiento y de la ciudad parque con su cumplimiento: el jardín.

2. La Ciudad Abierta se ubica próxima al puerto de Valparaíso. El no fue fundado según la traza de manzanas. Por lo que siempre ha luchado por ser una ciudad con “traza”. El se expandió hacia el norte por el litoral y hacia el interior. La Ciudad Abierta se ubica en los terrenos de la expansión al litoral norte favorable al cumplimiento. En un pleno Terrain Vague americano, nos parece.

Interpretando desde nuestra lejanía, a lo mejor Valparaíso con su historia, es una Ciudad-Vague. Cabe verlo. Dado su modo de expandirse para luego contractarse. Por eso anotamos:
Inicio: una isla.
Crecimiento de su archipiélago.
Los istmos ulteriores.

De Valparaíso: isla inicial, archipiélago luego, que hoy se reúne por istmos.

3. Toda esta comprensión del cumplimiento permanece como un rumor, en que los hechos parece que no hablan. Sobre esta situación recae la palabra poética de Amereida. La Eneida de América. Que canta el “Ha lugar”. El cumplimiento es de índole poético, primeramente. Amereida habla de lo vasto. El saludo en lo vasto y la residencia de los pájaros en lo vasto (página anterior). Sobre este encuentro de la historia del continente americano con la palabra poética tratará nuestra exposición. Sirva de entrada a ello: el monumento a Dionisio Faúndez, en el lugar del inicio de Valparaíso que levantamos en 1967. Pues él respondió que su oficio era “andar andando”, que es un dar cumplimiento poético al continente.

Presentamos Amereida, obra editada en 1965. Sus mapas con el cambio de Norte. Como manera de indicar el paso hacia lo poético del “Ha lugar”. La palabra poética que no se va sino que permanece. En cuanto a Dionisio Faúndez. En la plaza de la Iglesia-Matriz de Valparaíso. Escultura de un escultor de la Ciudad Abierta. La ciudad acepta un monumento a un no-poeta por razones poéticas.

De la Cruz del Sur: origen-poesía; luz que viene por el Atlántico; ancla en el Cabo de Hornos; aventura –el Océano Pacífico. En la pampa 1964. Valparaíso, la Matriz 1967.

Segundo paso

que también para nosotros
el destino despierte mansamente

Amereida, fragmento página 4.


Dos
En el hallazgo
las dunas mansas
recomenzando el tiempo.


Se trata de: En el primer paso se dio el cambio hacia la palabra poética, en este segundo paso, se verá, cómo estamos asumiendo dicho ir “hacia”.

1. Hemos pensado, lo decimos ya en el catálogo de esta Exposición, que corresponde hacer una invitación, para que quien lo desee participe en esta faena poética. Por tanto, esta invitación implica un camino de participación. Un camino que lleve no sólo a ayudas, sino que para quien lo considere del caso, sea un camino constructor. A un tal modo lo llamamos Ronda. Nuestra presentación expondrá este camino de la Ronda.

La Ciudad Abierta fue concebida y ha sido concebida en Ronda. Por eso nos sentimos autorizados a llamarla Ciudad. Aún cuando no cuente con las cantidades y las fuerzas propias de una ciudad.

De Valparaíso, Viña del Mar, río Aconcagua, Ciudad Abierta, Quintero, Océano Pacífico y primeros faldeos de la Cordillera de la Costa de los Andes.

2. Este camino de la Ronda, pide de una manera de exponer la Ciudad Abierta, que no es la manera con que la hemos construido. Es una manera especial para esta invitación. Tenemos que, la Ciudad Abierta ha sido construida mediante actos poéticos. Y el acto mismo que ilumina tales actos, es que los terrenos en su mitad sean de dunas de arenas. La arena es signo poético del “volver a no saber”. Por eso esta invitación exige de nosotros un tal acto de “volver a no saber” o renovación que construya el camino de la Ronda.

La Ciudad Abierta fue fundada a través de cuatro actos poéticos que determinaron el lugar en 1970. El último, en el islote frente a los terrenos, en que las cuatro astas que indicarían los puntos cardinales, se levantaron esa vez como una sola asta. Por aquello de las arenas. Todo lo cual viene a indicar el modo de construirse de la Ciudad Abierta. Modo que no se ha detenido sino que ha podido avanzar siempre.

De las dunas de arenas y del “volver a no saber”, y de no tocarlas o de sí edificarlas.

3. Hemos concebido unos itinerarios que recorran la Ciudad Abierta. Unos itinerarios de Ronda. Es una manera de comprender el cumplimiento poético de la Ciudad Abierta. Estos itinerarios van de obra en obra. Van del umbral de una al umbral de la otra. Pues el modo de comprender la historia del continente americano es palpar lo que es el umbral. Asunto arquitectónico del todo evidente, pues la masa de la tierra del continente clama por el umbral. Por eso el camino de comprensión nuestro no es un recurso para conocernos, sino para quedar dentro y ante el continente. Pues, la Ciudad Abierta ha sido construida en la persistencia de lo al aire libre. De lo bajo el cielo. Lo frente al mar. En la persistencia del exterior. Y como se origina en actos poéticos busca, como todo obrar, la perfección, al par –por lo poético– de cierta indeterminación.

Así, los itinerarios van entre ir a lo largo del mar, o en la transversal tierra adentro; o sólo bajo la Cruz del Sur; o con el norte del asoleamiento. Sin embargo, dichas indeterminaciones aún caben dentro de aquello que todo acto conlleva: ser cortejo. Acaso éste, venga a unir a europeos y americanos. Pues la indeterminación corresponde al saludo de Amereida que no aún a la residencia de los pájaros.

De a lo largo del mar, de en la transversal de la tierra, bajo la Cruz del Sur, el asoleamiento de siempre; y de los puntos umbrales y de los itinerarios donde la Ciudad Abierta se recomienza.

Tercer paso

y sin embargo
escucharon esos extraños
la útil y sola melodía del cordaje
responder bajo la luz vacía que aún nos llama

porque allí el tiempo nace de la guardia

Amereida, fragmento página 6.


Tres
Del hallazgo
en plena luz del banquete
invitando al silencio
la luz vacía.


Se trata de: En el primer y segundo paso se esboza nuestra peripecia creativa: la que lleva más de cuarenta y cuatro años ya, y unos veintisiete de Ciudad Abierta.

1. El acto de habitar ha traído, lugares donde se discurre el gobierno de la ciudad. Que los llamamos ágoras. Lugares donde se habita y trabaja; que llamamos hospederías pues reciben a los huéspedes y los cuales ocupamos rotándonos en ellos. La sala de música, aunque no hay músicos entre nosotros sino como huéspedes, y otros lugares de re-creación. Y los palacios, que son lugares que se ocupan por cierto, pero que su secreto, cabría decir, es ser puros umbrales... y el cementerio para nuestros muertos.

Primero edificamos las ágoras y la sala de música. Luego los palacios y las hospederías. Respondiendo a lo necesario de la Ciudad Abierta y a las necesidades de los habitantes y los huéspedes. Y lo necesario, desde el esfuerzo por reunir vida, trabajo y estudio. En las obras, y dentro de éstas, de sus partes, partimos de lo irrepetible, pues queremos alcanzar lo gratuito.

De los palacios de lo repetible-irrepetible, de las ágoras de lo necesario-gratuito, de la sala de música y lo no resbalante y de las hospederías en esa heredad americana de la vacilación.

2. Los terrenos los hemos adquirido y la edificación la hemos realizado, con nuestros propios medios. Somos unos cuarenta, entre profesores de la Escuela y no profesores. Contando con la participación de los alumnos de la Escuela de Arquitectura y la mano de obra no especializada del vecindario. Proyectamos en Ronda, en el lugar. Podemos hacerlo pues interpretamos arquitectónicamente el acto poético que origina la obra, y porque llevamos a la vista los recursos que disponemos. La aventura es, cada vez, el orden de belleza. Que es con lo pequeño. Nos decimos que nunca seremos arquitectos de Santa Sophia.

Las obras exponen nuestra preocupación o angustia por lograr que las formas no sean resbalantes. La libertad de cualquier forma posible va con el resbalar de figura en figura. Ello es el aniquilamiento de un umbral, tanto del umbral que distingue como del que semeja. La aventura es, por tanto, el umbral que no resbala. Es el sentido de la mesa. La edificación entera se ordena con ella. El gesto de la hospitalidad de la Ciudad Abierta. De dicho acto y de sus entre actos.

Los actos, la mesa, el banquete abierto y la cantidad de mesas ante la cantidad de arenas y dentro de la mesa de los cien comensales. Que inicia el “pormenor”, relación obra-continente.

3. Pero a lo que se dice del tamaño, debemos agregar una discusión que es tan dominante hoy. La velocidad. Ello en los modo de percibir el acto de habitar dentro y ante las obras. Acaso por esto, deban unirse los arquitectos del viejo mundo con cuanto ellos han abierto y fundado en otros continentes, y nosotros americanos. Es el paso de lo calmo a lo vertiginoso en la percepción de lo inmóvil de la arquitectura. Que hoy debate su duración. Pensamos que ello pide de una cabeza que se yerga desde la música de las matemáticas.

Consideramos que dentro de esta presentación la manera más propia de situarse ante la velocidad y lo calmo es comenzar a construir una suerte de manto que represente a la extensión: la del continente, de la Ciudad Abierta, y de cada edificación. Manto que pase de una escala de representación a otra, por un umbral. Y estrictamente dibujado por una sola línea que no se subraya. Ello como expresión de continuidad. Cual fruto de esa cabeza de la música de las matemáticas.

De que nos encontramos en los inicios –en el saludo– de los umbrales que han de recomenzar al unísono la extensión del continente, la ciudad, los terrenos, los itinerarios, cada obra, sus mesas.

Cuarto paso

para un
salto
heredamos
otro mar
su cielo
muertos tal vez
raza de razas

¿cuál lenguaje?
¿enciende
un regalo en travesía
su amereida
o propio continente?

vamos

Amereida, página 50.


Cuatro
Otro hallazgo
en la sierra
ahí donde las aguas se separan
decimos vamos.


Trata de: El tiempo de la peripecia esbozado en los pasos primeros, segundo y tercero, la Ciudad Abierta va entre, con y por los actos poéticos, las Travesías, la faena de los escultores… y de quienes como huéspedes nos hablan.

1. La Ciudad Abierta se comprende mayormente si se conoce o bien si se llega a participar en las Travesías. Ellas son viajes que realizan los Talleres de la Escuela de Arquitectura por el continente. Un mes de duración o menos. En el viaje se padece la experiencia del umbral. Y en un lugar de detención, levantamos una obra. Leve y breve. Que en el fondo es un ágora o una hospedería, una sala de recreación, o aún un palacio. Su orden, se entiende. Se han realizado ya unas 60 Travesías.

Construir un período de contemplación arquitectónica. Para que la palabra poética que retumba sobre sí misma, retumbe en los oficios. Confiando en que dicho retumbar proseguirá –y sin saber como– él se llegará por doquier durante un tiempo que durará quizá cuanto.

De las travesías a las islas, lagos y salares, a los accidentes: pampas, selvas … a las ciudades y caseríos, a la capital poética del continente, en viajes, actos, detenciones, obras, términos, regalos.

2. En la Ciudad Abierta se da el Diseño de Objetos y el Diseño Gráfico, oficios que enseñamos en la Escuela. Y que van con los arquitectos a las Travesías. Pues van según una amplia Ronda de Amereida. También la escultura. Que ya se vio en Dionisio Faúndez. Y que crece por su propia cuenta y en las Travesías. Y están los poetas que reciben al huésped, al que se le oye decir quién es, los poetas por cierto también actúan conforme a su modo de ser indomable. Y han concebido el acto de la Phalène, desde la comprensión que la poesía debe ser hecha por todos. La Phalène: el vuelo de la mariposa a la luz que la quema. El poeta invita a un juego de cartas suyas. Cualquiera que pasa, juega diciendo cuánto ve en ellas. El poeta une todos los decires, sin alterarlos. Así, para exponerlo ahora: alguien dice “… azul…”, y en el poema “… sí al no-azul…” y el pasante parte con un regalo.

Los Diseños oyen el retumbar de la palabra poética. El Diseño de Objetos: una embarcación para el archipiélago del sur. Y los objetos que se consuman en el acto poético. Unos objetos con la duración de brindis. El Diseño Gráfico desde la palabra poética que no de la publicidad. La escultura en esa relación actual con la arquitectura que llamamos “contigua”. Si ella comparece: una tal suerte; si no comparece: tal otra suerte. Dos suertes que aún yacen, eso parece, en lo indomable de la poesía.

De la embarcación: plaza de los fiordos pioneros, del brindis desde las arenas tiro al blanco: sin residuo. Mientras la poesía del “Ha lugar” en la extensión, el poema es múltiples poemas.

3. La palabra poética ha advertido que todo este quehacer que hemos esbozado, es Santidad de la Obra. Pues para llevarla adelante hay que ser conducidos por la esperanza, no una que busque estabilizarse en un estado ideal, sino en una esperanza de las Arenas, la cual requiere de una con-fianza en la palabra poética. Y con un sentido del amor para hacer de un contacto, digamos, una ocasión u objeto de invitación. Para nosotros en la Santidad de la Obra se trata de la relación trascendente de naturaleza y gracia. Pues la obra es transparencia de la palabra divina.

Cuanto toca el recuento de esta presentación, lo es en ciernes. Es anticipación de la existencia de lo pleno. Ello conduce a que esta presentación nos haya pedido de un lenguaje “reverente”, así queremos llamarlo. Tal como lo es respecto a la palabra poética; tal lo es respecto a quienes nos han invitado y quienes nos leerán. Si no, se es en la masa.

a) sin duración b) por un momento c) no poder repetir d) poder traerlo hasta aquí e) la ropa tendida que hoy es f) ciudad refleja. Es lo que llamamos la observación: De allí lo reverente.