Diferencia entre revisiones de «Encuentro con Sheila Hicks»
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Para el final del poema, una trama anudada reemplazaba al vacío. La levantamos sobre nuestras cabezas y caminamos todos juntos hasta dejar a Sheila al centro de todo. [[Jaime Reyes]] se le acercó y se sentaron juntos, Filipa Elórtegui también se les unió al conjunto; Jaime comenzó a leer los siguientes versos de su poema ''Ancla Polar'': | Para el final del poema, una trama anudada reemplazaba al vacío. La levantamos sobre nuestras cabezas y caminamos todos juntos hasta dejar a Sheila al centro de todo. [[Jaime Reyes]] se le acercó y se sentaron juntos, Filipa Elórtegui también se les unió al conjunto; Jaime comenzó a leer los siguientes versos de su poema ''Ancla Polar'': | ||
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Acto seguido, el círculo de personas se fue aplastando y al mismo tiempo la red de hilos se iba anudando hasta conformar un grueso hilo de unos 30 metros; lo tomamos y fuimos con él caminando hacia la Sala de Música, y sobre el suelo exterior de dunas se depositó el gran hilo que habíamos hecho todos para darle forma a este saludo. | Acto seguido, el círculo de personas se fue aplastando y al mismo tiempo la red de hilos se iba anudando hasta conformar un grueso hilo de unos 30 metros; lo tomamos y fuimos con él caminando hacia la Sala de Música, y sobre el suelo exterior de dunas se depositó el gran hilo que habíamos hecho todos para darle forma a este saludo. |
Revisión actual del 17:19 16 ago 2019
El miércoles 31 de julio nos visitó la artista Sheila Hicks junto a Carlos Aldunate, director del Museo Chileno de Arte Precolombino, en donde el jueves 8 de agosto se inauguró la exposición «Reencuentro» que exhibirá sus trabajos junto a una selección de textiles e hilos precolombinos de los fondos del museo hasta ahora no expuestos. Les acompañaban sus nietas Juliette y Louise Zañartu, su asistente Luz Moreno y la curadora de la muestra Carolina Arévalo; del equipo del museo también vinieron Paloma Cintolesi, gerenta general; Paulina Roblero, jefa de comunicaciones y públicos; Oriana Miranda, periodista; Julián Ortiz, fotógrafo; y Tiare Galaz, productora.
Les recibimos a las 11 de la mañana de un día frío y semi soleado; estábamos Carlos Covarrubias, Ana María Ruz y Manuel Sanfuentes, Floro. Fuimos a la Hospedería de los motores a tomar un café y sentarnos un rato mientras nos re-conocíamos. El último encuentro que tuvimos con Sheila fue el 2013 en su taller, en el 3 de la Cour de Rohan, en París; Floro llevaba a Sheila un pellón de lana de Cauquenes, expresamente encomendado por Marcelo Araya para ella; él junto a un Taller de Diseño de la e[ad] prepararon el montaje de la exposición de la Ciudad Abierta en la XXXª Bienal de Arte de Sao Paulo 2012, realizada en el edificio diseñado para tal propósito por Oscar Niemeyer. Sheila Hicks exponía su trabajo al lado nuestro; en uno de sus cuadernos expuestos se podían leer los recortes del poema de una phalène; Sheila participó del grupo parisino del acto poético y la phalène: palabra y acción –la edición de Ode a Kappa, Revue de Poésie nº 80, mayo 1965, es una bella muestra de la filiación entre las artes, la poesía y el espacio editorial; como un colofón, se lee: «hecha por: Michel Deguy, Claudio Girola, Sheila Hicks, Godofredo Iommi, Robert Marteau, Gerardo Melo Mourão, Francisco Mendez-Labbé, Jorge Perez-Roman, J. Prat Gay, Edison Simmons, Henri Tronqouy, Enrique Zañartu».
Visitamos juntos el Confín y la biblioteca, con David Jolly recorrimos la Hospedería del banquete; pasado el mediodía llegamos a la vega al pie de las dunas donde nos esperaban los demás y muchos huéspedes, ya dispuestos naturalmente en círculo dejando en su interior un gran vacío inminente. Miguel Eyquem, Cristián Valdés y Juan Pablo Langlois saludan a Sheila como hace 50 años; los dos últimos fueron quienes la recibieron en su primer momento en Chile durante 1957; ella recorrería el país entero, y al año siguiente junto a las fotografías de Sergio Larraín, Sheila expone sus pinturas en el Museo de Bellas Artes de Santiago.
Sobre el suelo de pasto, Carlos abrió el acto con un saludo para el re-encuentro. Seguidamente, Floro recorrió el interior del círculo trazando hilos amarillos, naranjos, rojos y azules, entre todos los asistentes hasta lograr una inmensa red desde la cual comenzó a leer un poema que traía escrito en una larga cinta de papel, la que iba cortando a medida que pronunciaba cada verso; con el recorte del papel amarraba varios hilos juntos, al mismo tiempo las personas que conformaban ahora la red también reunían los hilos con cintas de color adhesivas:
Sobrevuelan ligeras
las aves dibujadas entre líneas
calmas
devoran el cielo
cuando desaparecen
cordial instrumento
de sus antiguas manos
una vez sobre la arena
descose la noche
como un manto
parpadea cuando llueve
tierna soledad del otro mundo
y encuentra esa distancia
en la misma y frágil
levedad del suelo
vasta lejanía
que imitan las miradas
… las aves pasan
celeste distracción
atardeciendo
luz mortal
que constela el entendimiento
culta provincia de la ignorancia
de azar y golpes
aún no ha sido
y se desconoce
ciego eclipse
cada vez
cuando hay ocaso
atados razonamientos
del alba
el día se abre
deshace la memoria
como una metáfora
y vuelve a discurrir su cuerpo
manualmente
y se cruzan al vuelo
sus firmamentos
alguna vocación de ir tan lejos
donde tampoco todavía
sus manos toca
y arriba aún
la desnuda y cenital
pobreza que da curso
verdad que ya no tengo
morada sino todo
alas que la niebla corre
fuego latir de su nombre
a la menor distracción
sus pasos deja
huellas dormidas
vivas canteras
del piedra a piedra
y en la sigla de su transcurso
anida la inmensidad
entre sus dedos.
Para el final del poema, una trama anudada reemplazaba al vacío. La levantamos sobre nuestras cabezas y caminamos todos juntos hasta dejar a Sheila al centro de todo. Jaime Reyes se le acercó y se sentaron juntos, Filipa Elórtegui también se les unió al conjunto; Jaime comenzó a leer los siguientes versos de su poema Ancla Polar:
¿Tiempo de suerte en los cambios difíciles?
¿Sabemos atenuados los destellos del iluminado fondo terso de los rostros?
Poco importa
al fin y al cabo los residuos moran en nuestra historia
durante una tarde no lejana amaneciendo en tus sueños
mientras el mar te cuidaba todavía
dijiste
con esa voz comprometida en otras vidas imaginarias
enlazar las llanuras que repletan el hueco
de los universos
incluir las fuerzas macrocósmicas
las magnitudes tiernas y feroces
con que la materia forma mundos
un lazo apenas audible leve como viento de orilla
permanece incrustado más allá de mis humanas memorias
“y hasta en el más oculto recodo abunda un aroma fantástico que quiebra todos los planes
y las apuestas malditas que corrompen el futuro
en la frontera delicada los hechos sucumben de pronto
así volveríamos a conocernos
desde antes de antes
¿cuántas veces he sido derrotado?
tantas he perdido los hilos de Ariadna
agraciados sobre las salidas
a merced de los monstruos toda cuenta dice
las crueldades que nos aguardan
no han de saberse
porque semejante estremecimiento
sería mortífero
porque no existe el futuro
sólo el presente
he ahí a pesar de los extravíos
las partidas hacia la maravilla
entre la tensa bruma de la sorpresa
la espera en dulce cautela
prendida como el hueco apenas
Acto seguido, el círculo de personas se fue aplastando y al mismo tiempo la red de hilos se iba anudando hasta conformar un grueso hilo de unos 30 metros; lo tomamos y fuimos con él caminando hacia la Sala de Música, y sobre el suelo exterior de dunas se depositó el gran hilo que habíamos hecho todos para darle forma a este saludo.
Hicimos un brindis todos juntos y Sheila nos indicaba que su propósito de volver a Chile tenía un carácter cultural, y esperaba que no la consideraran como una momia –aludiendo al Museo Precolombino– porque estaba viva y su propósito era desarrollar un trabajo creativo que diluye la distancia entre artesanía y arte.
Se puede revisar el trabajo de Sheila Hicks en: https://www.sheilahicks.com/, y su última exposición Lignes de vie, en el Centre Pompidou el 2018.
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Fotografías: Julián Ortiz ©Museo Chileno de Arte Precolombino