Diferencia entre revisiones de «Para extremar el Jazz»
(No se muestra una edición intermedia del mismo usuario) | |||
Línea 1: | Línea 1: | ||
{{Documento | {{Documento | ||
|Título=Para extremar el Jazz | |Título=Para extremar el Jazz | ||
+ | |Imagen=Para-extremar-el-jazz.png | ||
|Autor=Godofredo Iommi | |Autor=Godofredo Iommi | ||
|Tipo de Documento=Ensayo | |Tipo de Documento=Ensayo | ||
Línea 35: | Línea 36: | ||
Suyo es el privilegio si acepta asistir a la comida y al jazz. | Suyo es el privilegio si acepta asistir a la comida y al jazz. | ||
+ | |||
+ | <gallery> | ||
+ | Archivo:Para-extremar-el-jazz.png|Para Extremar el Jazz, tiro. | ||
+ | Archivo:Para-extremar-el-jazz-2.png|Para Extremar el Jazz, retiro. | ||
+ | </gallery> |
Revisión actual del 09:17 18 dic 2018
Si dionisíaco. Uno cala las variables medio ocultas, retenidas, que trae Dionisios consigo. Casi siempre se imagina la ebriedad como algarabía. Puede no ser así. A veces se muestra en la calidad de una tensión que se va elaborando a sí misma. Llena de matices. Esa tensión puede hacer jazz. Por eso no es, pero se parece al ritual. Así entró en Francia, por aquí por el Sur.
Yo estaba allí con la batería. Reverdy dudaba pero me creía. Y él también fue el poeta de una nueva tensión en las palabras del poema que se fingen en relato. No, no tocábamos ni en día fijo, ni en hora fija. No teníamos público sino algunos pocos fieles. Pero se dio vuelta la olla. Todo se volvió concierto, espectáculo, grabación. Nunca más toqué esos palillos.
— ¿Saben ustedes dónde está Penne de Tarne, en el sur francés? En la cumbre de una colina y el poblado se estira en la comba como sobre una espina dorsal.
Hay un castillo. Alli estuvo du Guesclin. La ruina densa, sombra como si aguantara sola la noche inmensa, sin estrellas. Georges Hermant el único poeta que Reverdy admitió reconocer como dIscípulo. Vivía trabajando de cartero entre la centena de habitantes. Fue durante una phalène en 1962 con André Laude, Josée Lapeyrère, poetas; Jorge Pérez-Román, Prat-Gay, pintores; y Henri Tronquoy, escultor. Laude nos desvió hacia allí buscando a Jean Malrieu, el magnifico poeta –con el prix Apollinaire– de Marsella. Nos encontrábamos todos. Pasamos la noche entera juntos. Hermant casi al alba, tomó los palillos, uso el suelo como piel estirada sobre un viejo disco de Armstrong. Hacia cuarenta años que no tocaba.
La suerte no nos enredó en las conversaciones de estilo (Dixieland, Coole, Bop, etc., etc.): Lo que siguió ya de mañana –aurora adentro–, fue una lectura de Hermant y mía. Hasta llegar al sueño sueño. Quedaba el jazz como declarada poesía posesa. Y, sin embargo... el viejo río, al fondo del valle, seguía pasando sin cesar. Tan lejos el mar. Salvo a él –justo en su fidelidad– Miles también nos había llevado a otro modo de desenvolver la tensión, y ahora. Sí, también ahora. Pues lo extraño es que ninguna per-versión puede deshacer el jazz y la poesía. Todo se renueva en el juego de máscaras. Como en la trastienda del estudio; en Buenos Aires desde el año 30 al 40 se pasaba de Honegger y Varèse al puro disco de jazz, o los cuatro estudiantes de farmacia subiendo las veinticuatro horas sin parar –como calentar un examen– para poder discernir las zonas que aparecen unicamente en la casi extenuación. De todos modos los músicos han perdido juego y ganado publicidad. Confunden la maestría profesional con la incertidumbre, y la oponen. ¿Por qué no?
Pero aquí –le escribo a Hermant (ha muerto)– si bien no tengo el castillo, ni la adorable lady inglesa ebria que te amaba, ni tas trazas del maquis heroico, enhebramos con los jóvenes músicos del puerto ( ¡Y qué puerto: Valparaíso!, el mismo que decías en la canción), con Claudio Girola, con el poeta Edison Simons, con Justo Uribe y Sergio Acevedo audacias y audacias que nos traían otro placer. Proyección de imágenes lumínicas improvisadas hacían las veces de “partituras” para que cada músico, o todos, las "leyeran". Improvisaciones de palabras, versos en los poetas recogidos velozmente y a continuación, por un instrumento, en ronda vertiginosa. Y luego todo el juego invertido –sonido leído por imagen– sonido anterior a la palabra. Luego, en una sola reunión, simultáneos grupos de tres músicos (dos grupos) tocan motivos e improvisaciones diferentes uno de otro con distancias atonales.
Durante algunos años en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso, en et restaurante de la playa de Caleta Abarca. Sabíamos, en aquel momento, que algunas de esas experiencias eran inéditas, absolutamente –1966– (¿Es verdad, Hermant, que tú has muerto? ¡Tanto cuesta persuadirse que la gente muere o se muere!)
Pero hoy 1981 existen veinticinco tendencias o lineas de jazz. Nos damos en cualquiera. ¿Qué quiere decir el cuál de cualquiera?
Esto a Alejandro Espinoza le cayó en herencia. El padre era jazzista, Alejandro tocaba a los 9 años de edad. No necesita “darse cuenta”, está eximido de balances, hace jazz sin darse cuenta. Su cuerpo va en la batería, casi desde siempre... A Edgardo Riquelme le llego por música, pues atravesó el conservatorio, hasta despertar con su guitarra eléctrica, medio a medio del jazz. En cambio Jaime de Aguirre era folclorista. Y una tarde en el Club de Jazz le pasaron un contrabajo y entonces... Tocaban en el grupo “Cámara”, que buscaba atar el jazz a lo popular.
Lo nuevo es siempre un licor que nace en los propios labios, no está afuera, sino dentro. Esa sed los separo de “Cámara” y los reunió. Toda reunión es frágil pero supone algo más que la destreza, implica una admiración común que trama la sim-patía entre quienes la participan.
El punto de partida siempre es lo conocido –en este caso– el Bop Jazz y enseguida hay que desprenderse.
Lo peculiar es que los tres puedan correr por vías disímiles o paralelas, simultáneamente haciendo cada uno un tipo de jazz diferente. “Questa será si recita Soggetto”, el Sábado 19 de diciembre 1981, a las 20 h. en ta Sala de Música de la Ciudad Abierta en Punta de Piedra.
Suyo es el privilegio si acepta asistir a la comida y al jazz.